LA RECONFORTANTE VOZ DEL ALIVIO
LA ESCALA ANALGÉSICA DE LA EMPATÍA Y LA ESCUCHA
Me quedé anclada a la silla. Después de una jornada laboral muy ocupada, en la que tuve que estar la mayor parte del tiempo sentada, el dolor en la zona lumbar casi no me deja levantar. Luego, en los días siguientes, el dolor se volvió cada vez más intenso al punto de llevarme a tomar analgésicos tres veces al día. Antes de consultar con el médico me enteré de que el dolor lumbar es la principal causa de discapacidad en todo el mundo y que está fuertemente vinculado con la pérdida de funcionalidad. Sin embargo, cuando asistí a la consulta, la indicación fue continuar con los analgésicos por un par de semanas más y tratar de hacer pausas activas. No hubo tiempo para que yo expresara el temor que me producía la posibilidad de perder mi empleo por causa del dolor.1
Pasaron más de seis meses entre radiografías, sentarme en un cojín inflable e ir y venir de un analgésico a otro, pero el dolor no cedía, por el contrario, ya no me dejaba dormir bien y no soportaba estar sentada por más de 15 minutos. Fue entonces cuando, en una nueva consulta, el médico me explicó que para reducir el impacto del dolor y mejorar la funcionalidad y la calidad de vida es necesario que el tratamiento esté enfocado en el paciente, no en el síntoma que es el dolor. Al hacerme preguntas acerca de lo que esperaba del tratamiento, de cómo me sentía con los analgésicos, del nivel de angustia que me producía el dolor y de las actividades que me gustaría volver a realizar, por primera vez me sentí escuchada y pude describir cómo percibía la afectación que el dolor lumbar causaba en varios aspectos de mi vida, no solo en el laboral. Si bien nunca llegué a tener depresión, el dolor sí me estaba llevando al aislamiento social.2
Todo esto me sirvió para entender que la experiencia del dolor es multidimensional y que yo, como paciente, debía asumir un papel más activo en las decisiones de mi propio tratamiento. Después de comprender que la causa del dolor no es solamente física, sino que en su desarrollo y cronificación intervienen la genética, el entorno social, los miedos y expectativas, los resultados de otros tratamientos realizados previamente, la edad y el uso de opioides a largo plazo, mi perspectiva cambió completamente.2, 3 Con base en mi experiencia, como una mujer de 52 años con un dolor lumbar crónico, hoy puedo decir que el tratamiento efectivo del dolor empieza por la empatía y la escucha. Solo cuando me hicieron una evaluación que indagaba por todas las condiciones físicas, emocionales y sociales presentes en mi vida, pude identificar que mi dolor no cedía por causa del estrés y la angustia. Estaba en un círculo vicioso de emociones, postura corporal y presión laboral. Pero el abordaje multidisciplinario y multimodal me ayudó a tener una visión más amplia del dolor, a manejarlo y a recuperar mi funcionalidad.3
Referencias
1. Benz T, Lehmann S, Elfering A, et al. Comprehensiveness and validity of a multidimensional assessment in patients with chronic low back pain: a prospective cohort study. BMC Musculoskelet Disord. 2021;22(1):291. 2. Langford DJ, Tauben DJ, Sturgeon JA, et al. Treat the Patient, Not the Pain: Using a Multidimensional Assessment Tool to Facilitate Patient-Centered Chronic Pain Care. J Gen Intern Med. 2018;33(8):1235-1238. 3. Blanco E, Chavarría G, Garita Y. Manejo multimodal del dolor crónico. Revista Médica Sinergia. 2021;6(4):e625.